Publicado 04/06/2025 04:03

Burundi.- Burundi celebra unas legislativas en las que el partido gubernamental busca prorrogar sus 20 años en el poder

Archivo - El presidente de Burundi, Evariste Ndayishimiye, durante un acto en junio de 2020 (archivo)
Archivo - El presidente de Burundi, Evariste Ndayishimiye, durante un acto en junio de 2020 (archivo) - EVRARD NGENDAKUMANA / XINHUA NEWS / CONTACTOPHOTO

El CNDD-FDD, al frente del país desde el fin de la guerra civil en 2005, no cuenta con una oposición real por la creciente represión contra los críticos

MADRID, 4 Jun. (EUROPA PRESS) -

La población de Burundi está llamada a las urnas este miércoles para unas elecciones legislativas y locales en las que el gubernamental Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD), en el poder desde el fin de la guerra civil en 2005, aspira a prorrogar sus 20 años de gobierno ante la ausencia de una oposición real por la represión de las actividades de los críticos con las autoridades.

El partido, encabezado por el actual presidente, Évariste Ndayishimiye, llegó al poder en las elecciones celebradas en 2005 tras la firma del acuerdo de paz que puso fin a la guerra civil desatada en 1993 a raíz del asesinato de Melchior Ndadaye, quien se había convertido en el primer presidente electo tras hacerse con la victoria en los comicios celebrados en junio.

Ndadaye, quien fue además el primer presidente hutu de Burundi, fue asesinado en medio del golpe de Estado fallido de octubre de 1993, apenas tres meses después de que asumiera el cargo, lo que desató una violencia que derivó en masacres entre hutus y tutsis que se prolongó durante los siguientes doce años convertida ya en una guerra civil a gran escala.

Las autoridades y diversos grupos armados participaron desde 1996 en un proceso de paz que se prolongó cuatro años y se saldó con la firma en agosto del año 2000 de los Acuerdos de Arusha, unas negociaciones que no contaron con la participación del CNDD-FDD, entonces una de las formaciones rebeldes hutus implicadas en el conflicto.

El proceso, mediado por el expresidente tanzano Julius Nyerere hasta su muerte en 1999 y cuya etapa final fue encabezada por el expresidente sudafricano Nelson Mandela, puso en marcha un proceso más amplio al que se sumó el CNDD-FDD en diciembre de 2002 y que derivó en la aprobación en 2005 de una nueva Constitución en el país, en el que se celebraron posteriormente legislativas y presidenciales.

Los Acuerdos de Arusha tienen en su núcleo un sistema para garantizar la inclusión étnica y política que contempla que el 60 por ciento de los miembros del Gobierno sean hutus, por un 40 por ciento de tutsis, así como una representación igualitaria en la cúpula del Ejército y las fuerzas de seguridad, si bien desde la crisis electoral de 2015 la oposición se ha mostrado crítica con lo que consideran un esfuerzo por parte del partido gubernamental para socavar los pilares de este acuerdo.

DOMINIO DEL CNDD-FDD DESDE HACE 20 AÑOS

El CNDD-FDD accedió al poder con la victoria de Pierre Nkurunziza en las citadas elecciones de 2005, en las que inició en primero de sus tres mandatos, incluido uno muy controvertido en 2015, cuando se presentó por tercera vez, algo que la oposición tildó de violación de los Acuerdos de Arusha y que derivó en una oleada represiva contra los críticos con el entonces mandatario.

Posteriormente, Nkurunziza --quien se convirtió en el presidente burundés que estuvo más tiempo en el cargo-- anunció que no se presentaría a las elecciones de 2020, en las que apoyó a su 'delfín', Ndayishimiye, garantizando una transición de poder a pesar de su muerte a pocos días del fin de su mandato, cuando fue sucedido por el actual presidente.

Ndayishimiye, quien participó en la guerra civil en las filas del CNDD-FDD, intentó impulsar una apertura del país al extranjero, si bien a nivel interno ha continuado con la represión de los opositores, periodistas y activistas, tal y como denunció Amnistía Internacional en agosto de 2024, cuando la ONG afirmó que "la oleada represiva ha frustrado las esperanzas de un cambio significativo en la postura del Gobierno hacia la sociedad civil".

La situación ha provocado que la oposición haya quedado casi totalmente arrinconada, con el Congreso Nacional para la Libertad (CNL), liderado por Agathon Rwasa hasta su escisión en dos formaciones en 2024 --con la otra encabezada por Nestor Girukwishaka--, como único partido con peso real entre los rivales del partido gubernamental, si bien con escasas opciones de sacar al CNDD-FDD del poder.

El CNL ha denunciado durante los últimos días una oleada de "intimidaciones" contra sus seguidores por parte de personas vinculadas al partido gubernamental, en medio de una campaña electoral que arrancó el 9 de mayo con un acto en la capital, Gitega, en el que participaron miles de candidatos, cada uno vestido con los colores de su partido.

A las críticas se ha sumado la coalición Burundi Bwa Bose, que ha dicho que sus actividades de campaña se han visto afectadas por personas presuntamente vinculadas con el CNDD-FDD, unas preocupaciones compartidas por el opositor Unión para el Progreso Nacional (UPRONA), según el medio burundés Breaking Burundi.

Por contra, el secretario general del partido oficialista, Nyeniteka Ndikuriyo, ha prometido durante la campaña que la formación "seguirá desarrollando el país, especialmente las instituciones de seguridad", argumentando que "si hay paz y seguridad, el desarrollo llegará de forma inevitable", según un mensaje publicado por el CNDD-FDD en su cuenta en la red social Facebook.

En este sentido, el partido recalcó tras un acto celebrado durante la última semana en Musigati que contó con la presencia de Ndayishimiye y Ndikuriyo que "el doble escrutinio del 5 de junio es una ocasión dada a cada burundés en edad de votar para volver a decir 'sí' a la paz, la unidad, el desarrollo socioeconómico inclusivo y un Burundi pacífico y próspero".

PREOCUPACIONES A NIVEL DE SEGURIDAD

Las elecciones tendrán lugar también en medio de un contexto de tensiones a nivel de seguridad, especialmente a raíz de los ataques perpetrados durante los últimos meses por el grupo armado RED-Tabara y las acusaciones desde Gitega contra Ruanda por sus supuestos planes para atacar territorio burundés.

RED-Tabara, surgido en el marco de la crisis de 2015, afirmó el 17 de mayo que las elecciones son "una farsa política orquestada por el CNDD-FDD" y acusó al "régimen" de "secuestrar las instituciones nacionales, silenciar a las voces críticas y manipular los procesos electorales para mantenerse en el poder a expensas de los burundeses".

"RED-Tabara no puede permanecer y no permanecerá en silencia ante este declive democrático", dijo en su cuenta en la red social X, donde reafirmó su "compromiso inamovible para la liberación de Burundi" de caar a "garantizar la organización de elecciones verdaderamente inclusivas, libres y transparentes", lo que hace temer con la posibilidad de ataques durante la votación.

Ndayishimiye acusó en marzo a Ruanda de intentar desestabilizar el país a través de su apoyo a RED-Tabara y trazó un paralelismo con la situación y el conflicto en el este de República Democrática del Congo (RDC), donde el grupo rebelde Movimiento 23 de Marzo (M23) --apoyado por Kigali-- ha tomado varias provincias durante los últimos meses.

El presidente recalcó además que había visto "información de Inteligencia creíble" sobre supuestos planes de Kigali para atacar Burundi, unas palabras tildadas de "lamentables" por el ministro de Exteriores ruandés, Olivier Nduhungirehe, en medio del aumento de las tensiones bilaterales, incluidas acusaciones de Kigali contra Gitega por su presunto apoyo a grupos que considera como terroristas, entre ellos las Fuerza Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) y la Fuerza Nacional de Liberación (FLN).

Por todo ello, las elecciones de este miércoles --a la espera de las presidenciales, previstas para 2027-- se perfilan como una importante cita para determinar el curso político del país africano, especialmente ante las dudas por el creciente deterioro de la situación del espacio democrático y el riesgo de conflicto, dos décadas después del fin de una guerra civil que asoló Burundi.

Contador