Publicado 13/09/2025 04:19

Por qué sentarse en un baño público con los pies apoyados es lo correcto (y más para las mujeres)

Archivo - En el wc.
Archivo - En el wc. - YAKOBCHUKOLENA/ISTOCK - Archivo

MADRID 13 Sep. (EUROPA PRESS) -

Usar un baño público suele generar dudas: muchas personas evitan sentarse en la taza por miedo a las bacterias o a la posible transmisión de enfermedades, y optan por ponerse en cuclillas o cubrir el asiento con papel. Sin embargo, la evidencia científica y la voz de los especialistas coinciden en que sentarse con normalidad y apoyar los pies en el suelo es la opción más segura y saludable, tanto desde el punto de vista de la higiene como de la salud del suelo pélvico, especialmente en mujeres.

La preocupación por la transmisión de patógenos en los baños -principal motivo de ese rechazo- ha llevado a varias investigaciones a estudiar qué superficies concentran más bacterias. Un trabajo publicado en la revista PLOS ONE por la Universidad de Colorado analizó varios aseos y comprobó que los asientos y cisternas tienen restos de bacterias intestinales, los suelos acumulan la mayor diversidad microbiana y las superficies que tocamos con las manos -pomos, grifos o dispensadores- están dominadas por bacterias de la piel humana.

Los autores advirtieron que esta combinación convierte a los baños públicos en posibles vehículos de transmisión de patógenos, y destacaron que la medida más eficaz para reducir riesgos es tan simple como lavarse bien las manos tras su uso. En otras palabras, las bacterias están ahí, pero el contagio se produce sobre todo cuando no hay una correcta higiene de manos y se facilita la transmisión mano-boca o mano-mucosas.

EL ASIENTO NO ES EL GRAN ENEMIGO

A pesar de la imagen negativa que suele tener, el asiento del váter no es la principal fuente de contagio. La piel actúa como una barrera eficaz frente a la mayoría de microorganismos, de modo que sentarse no implica un riesgo real de infección siempre que no existan heridas abiertas. Así lo señalan dermatólogos y microbiólogos consultados por La Vanguardia, que subrayan que las probabilidades de enfermar por contacto directo con la taza son prácticamente nulas.

Por el contrario, el verdadero riesgo está en las manos. Tocamos pomos, manillas o grifos que acumulan bacterias y, sin una higiene posterior, somos nosotros mismos quienes facilitamos que esos gérmenes lleguen a zonas sensibles como la boca, los ojos o la comida que manipulamos.

LOS PROBLEMAS DE PONERSE EN CUCLILLAS

Frente al miedo a las bacterias, muchas personas optan por "flotar" sobre el inodoro en lugar de sentarse. Sin embargo, los especialistas advierten que esta postura puede ser contraproducente. Además de incómoda, impide que el suelo pélvico se relaje por completo y dificulta el vaciado total de la vejiga, lo que favorece la aparición de infecciones urinarias o incontinencia.

Según los expertos en suelo pélvico, mantener esta práctica de forma habitual puede contribuir también a otros problemas a largo plazo, como el debilitamiento muscular de la zona o la aparición de hemorroides.

MUJERES, UN MOTIVO MÁS PARA SENTARSE

Según Cristina Jurado, fisioterapeuta especializada en suelo pélvico, la recomendación es clara: "Evita ponerte en cuclillas, especialmente si se trata de usar un inodoro". En un post compartido en Instagram, explicó que esa postura "puede aumentar la presión en la zona pélvica y dificultar la evacuación intestinal, lo que podría contribuir a problemas como hemorroides, prolapsos y debilidad muscular".

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Por ello, insiste en la importancia de sentarse con los pies bien apoyados en el suelo, lo que permite relajar la musculatura, facilitar el vaciado y disminuir la presión en la zona pélvica.

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